martes, 10 de febrero de 2009

Crónica de una liberación en peligro

Por Daniel Samper
Miembro de Colombianos por la Paz
Diario El Tiempo / Bogotá

Los sobrevuelos militares realizados en el Caquetá durante la entrega de cuatro rehenes de las Farc tiñeron de sospecha la operación y casi impiden su liberación.

Supimos que la operación estaba en problemas poco después de aterrizar en un paraje de la selva, a las 9:05 a.m. del domingo pasado.

-¿No oyen ruidos de avión? -preguntó muy serio uno de los guerrilleros que acababan de dar la bienvenida a la comisión encargada de recuperar a cuatro miembros de las Fuerzas Armadas en poder de las Farc. "Rehenes", los llama la Cruz Roja; "prisioneros", los denomina la guerrilla.

Iban a ser los primeros de seis que la guerrilla estaba dispuesta a liberar como "gesto humanitario" gracias a las gestiones de Colombianos y Colombianas por la Paz (CPP), un grupo de miles de ciudadanos encabezados por la senadora Piedad Córdoba que propone un camino negociado para finalizar la guerra.

No. No habíamos oído ruidos de avión porque lo impedía el estrépito de las aspas del helicóptero de la Fuerza Aérea Brasileña que nos trasladó allí a los dos delegados de la Cruz Roja (CICR), el médico de la institución, Pierre Hoffer, y los cuatro garantes de CPP, con Piedad Córdoba al frente. Pero, silenciadas las aspas, el zumbido alto, constante y lejano de los aviones se escuchaba a la perfección. Solo lo interrumpían los cantos de un pájaro mochilero en un árbol vecino.

-Son aviones del Ejército -explicó el jefe del pequeño grupo de once guerrilleros-. Están rondando desde ayer y hoy no han parado.

Alguien preguntó, esperanzado, si no correspondería a vuelos comerciales. Pero ya sabíamos que solo se realizan cuatro al día desde Florencia, nuestro punto de despegue antes de que Piedad revelara las coordenadas del sitio donde pensábamos hallar a los guerrilleros.

-Los aviones comerciales vuelan más bajito y no dan vueltas sobre nosotros -explicaron los de las Farc, que han aprendido en la selva a aguzar al oído frente al peligro-. Son aviones espías de la Fuerza Aérea, aviones plataforma de los gringos.

Existía un acuerdo con el Gobierno Nacional en el sentido de que, durante el día de la liberación y parte de la víspera, se suspendería todo vuelo militar. El acuerdo no se estaba cumpliendo.

-En estas condiciones -añadió el jefe guerrillero con serenidad pero con firmeza-, la entrega de prisioneros está suspendida.

Enseguida entregaron unas flores a Piedad y nos repartieron gaseosas a todos. Hablamos con los delegados de la Cruz Roja. Estaban tan sorprendidos como nosotros por esos ominosos vuelos que no cesaban de rugir desde el cielo nuboso.

¿Qué hago yo aquí?

Yo había aceptado ser garante del proceso de rescate de seis rehenes en tres sitios distintos del país durante casi una semana porque me lo pidieron los directivos de Colombianos por la Paz. Respaldado por El TIEMPO, me quité la camiseta de periodista para cumplir esta misión y vestí la de observador imparcial. Con la aprobación del Gobierno, la Cruz Roja y las Farc (como todos los demás participantes), me había subido el viernes 30 de enero al avión que nos llevó a la base de São Gabriel de Cachoeira, en Brasil; un día después había regresado a Colombia en un helicóptero Cougar de los brasileños para recuperar los secuestrados. Formaban así mismo parte del equipo de CPP, junto con Piedad, el periodista Jorge Enrique Botero y la discreta e inteligente directora de la Casa de la Mujer, Olga Amparo Sánchez.

Sabía, por abogados a quienes consulté, que ser garante no es un honor, sino una responsabilidad que goza de estatus jurídico en los convenios internacionales. El garante vigila que se cumplan las reglas de juego. Si todo sale bien, es un paseo. Si algo falla, su tarea puede convertirse en una pesadilla.

Allí, en las selvas del Caquetá, mi paseo como garante estaba a punto de convertirse en pesadilla. Abrí bien los ojos y preparé la libreta de apuntes, pues, a las 10 a.m., como los vuelos no paraban, la misión era un fracaso. La guerrilla, inquieta por la sombra de esos animales metálicos que vigilaban desde lo alto, ya no iba a entregar a los agentes de Policía antisecuestros Wálter Lozano, Juan Fernando Galicia y Alexis Torres, ni al soldado William Giovanni Domínguez. Temiendo una trampa, las Farc se habían replegado.

Sobrevuelos ominosos

A través de un poderoso teléfono satelital, Thierry Grobet, adjunto al jefe de la Cruz Roja en Colombia, buscó al Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo. El celular estaba desconectado. A las 10 y 47 los vuelos seguían y Grobet -suizo casado con colombiana- se comunicó con sus superiores en Bogotá y pidió enterar de la crítica situación a Juan Manuel Santos, ministro de Defensa. Grobet era el responsable inmediato de nuestra misión. Christophe Beney, su jefe, intentaría hablar con Santos y nos contaría el resultado de la gestión.

Quedamos a la espera. Los vuelos continuaban. Todos los oíamos. Ya completaban por lo menos hora y media. ¿Un avión? ¿Dos? Difícil saberlo. Pero hasta los más bisoños nos dábamos cuenta de que no eran viajecitos de Satena.

Un rato después, Christophe llamó e informó. Había hablado con el Ministro y este, sin atribuirles mucha importancia, reconoció que se trataba de aviones militares de la Base de Tres Esquinas. Pero que inmediatamente ordenaría suspenderlos. Quince minutos después, el ruido había desaparecido.

Esa noche, al llegar con los cuatro ex rehenes a Villavicencio, nos enteramos de la confusa situación: el Comisionado negaba que hubiera habido vuelos, pero Santos reconocía que sí y hablaba de un acuerdo para operaciones militares aéreas por encima de los 20.000 pies. A su turno, el general Freddy Padilla, comandante de las Fuerzas Armadas, hizo chistes en el sentido de que nosotros estábamos en "un pic nic con las Farc" y aducía que se trataba de "vuelos humanitarios" para proteger a los comisionados de la Cruz Roja en caso de emergencia.

(Respetuoso mensaje al general Padilla: no son chistes lo que un ciudadano espera en tan dramáticos momentos de una autoridad como de su categoría. Hicimos cuanto pudimos para rebajar el ambiente de inseguridad creado por los aviones militares. Y lo logramos. En cuanto a los "sobrevuelos humanitarios", el General sabía bien que el segundo helicóptero brasileño estaba listo en Florencia para acudir ante cualquier eventualidad. Para eso no se necesitaban sobrevuelos).

Los compañeros de la Cruz Roja, hoy puedo decirlo, estaban tan estupefactos como nosotros. ¿Hubo acuerdo para que volaran aviones militares por encima de determinado punto? Patricia Danzi, jefe de operaciones latinoamericanas de la CICR y presente en el escenario selvático, me dijo: "He asistido a muchas misiones parecidas a esta en varios países del mundo. Jamás, por ningún motivo, la Cruz Roja permitiría aviones militares en una operación tan delicada".

El ruido de los motores se había silenciado, pero sus efectos eran devastadores. La guerrilla, oliendo una celada, se hallaba replegada y escondida. Pese a su coraza diplomática, los miembros de la Cruz Roja no podían ocultar su disgusto e inquietud. Los miembros de CPP estábamos convencidos de que se trataba, en el mejor de los casos, de un aprovechamiento indebido que hacía el Gobierno de las circunstancias y, en el peor, de una tarea de hostigamiento que buscaba el fracaso de la entrega para inculpar de ello a las Farc y hacernos quedar en ridículo a los demás.

Ni siquiera ahora podría decir qué se proponían los vuelos. Si fue un error de buena fe, es tan burdo que merece establecer culpas por omisión. Si fue un acto deliberado, alguien tiene que responsabilizarse. De todos modos, considero mi deber que el país sepa lo que pasó.

La misión se restablece

En ese momento la liberación estaba embolatada y habíamos perdido tres valiosas horas. La consigna de todos fue optar por el sosiego, seguir adelante y convencer a las Farc de que había garantías suficientes para culminar con éxito la operación.

Nos tranquilizaba saber que estaban allí los militares brasileños con su helicóptero en medio de la manigua. Su presencia tranquila y profesional era un aval para continuar.

La guerrilla atendió las razones de quienes insistíamos en no presentarnos en Villavo con las manos vacías y algún jefe, por un radio especial, comunicó al grupo de recepción que nos condujera hasta donde se hallaba el destacamento grande. Cuatro guerrilleros desarmados subieron al helicóptero y a las 12 y 36 partimos con el rumbo que uno de ellos indicó al piloto. Fue un viaje corto hacia un sitio desconocido. Empezamos a aterrizar en un paraje de colinas rodeadas de matas de monte. Con gran sorpresa vi que alguien filmaba nuestro arribo: en medio del huracán que desataban los rotores, reconocí a mi colega Hollman Morris al lado de un camarógrafo.

Nos recibieron en forma amable los comandantes Jairo Martínez y Luis Emiro Mosquera. Estábamos rodeados por dos cordones de guerrilleros bien uniformados, jóvenes y armados poderosamente. Eran quizás cien o más de cien. Abundaban las mujeres. Un cordón cercano rodeaba la zona de aterrizaje y veíamos la silueta más lejana de los del cerro como ven los vaqueros solitarios el perfil de las formaciones abrumadoras de sioux en las películas del Oeste.

Bajo un tenderete de lona, y sentados en sillas de plástico que aún tenían marcas de propaganda electoral, conversamos con Martínez y Mosquera. De manera enfática protestaron por los sobrevuelos y expresaron su temor de que el Gobierno los estuviera engañando. Hablaron de un enfrentamiento reciente en la vereda Doce de Octubre que dejó un guerrillero muerto y otro desaparecido. "Aún estamos aquí -nos dijeron a Piedad y compañía- por ustedes, los representantes del grupo de ciudadanos por la paz." Nosotros entendimos que ese voto de confianza conllevaba una seria responsabilidad pero podía ser, al mismo tiempo, el instrumento para liberar a los muchachos de la Policía y el Ejército, a pesar de la anómala situación que vivíamos.

No creo necesario revelar detalles de la charla entre los jefes guerrilleros y la Cruz Roja, que conocí como garante, pero es importante decir, para entender la situación, que las Farc manifestaron haber perdido la confianza en esa institución internacional.

Enseguida nos hicieron oír una grabación que, según explicaron, había captado horas antes uno de sus radios. En ella, la base (¿Tres Esquinas?) se comunicaba con un piloto, enmendaba unas coordenadas, insistía en fotografiar cuatro puntos y planteaba adelantar "una búsqueda sobre tierra". La palabra "tierra" implica infantería, y los jefes de las Farc temían que el Ejército ya estuviera tratando de localizar al grupo que iba a entregar a los rehenes.

Fue en ese momento cuando Botero consideró que la situación era crítica y cometió el error, sin consultar a nadie, ni siquiera a sus compañeros de grupo, de emitir un flash noticioso que alertara sobre el estado de cosas.

La batalla contra el reloj

La Cruz Roja relató el episodio con el ministro Santos y nos dispusimos a conversar y esperar. Los miembros de CPP les expusimos los ideales de justicia social que compartimos con ellos, pero condenamos con toda claridad sus métodos: el secuestro, la lucha armada, la muerte de inocentes. Así lo hemos hecho en nuestras cartas a las Farc a favor de un acuerdo humanitario, llave que abrió la entrega de estos rehenes. Nos oyeron con respeto y presentaron también sus puntos de vista. Contaron historias escalofriantes, como la de la familia del propio Jairo Martínez, asesinada en su presencia cuando niño por los chulativas en Planadas (Tolima).

Las horas pasaban. Nos ofrecieron sancocho y gaseosas. Pienso que la guerrilla había enviado algunos grupos de avanzada para verificar si se registraba movimiento de tropas y, de todos modos, quería alargar la tarde lo más posible en compañía de nosotros, los brasileños y la Cruz Roja. Nuestra presencia los amparaba. La noche es aliada de quienes se esconden en la selva. Por eso casi nunca caminan de día.

Esta aspiración estratégica, totalmente comprensible dado el ambiente de sospecha e incertidumbre creado por los sobrevuelos, conspiraba contra nuestros relojes. Para realizar un vuelo seguro de dos horas -distancia calculada hasta Villavicencio- necesitábamos volar con luz de día, aunque fuera crepuscular. Salir después de las 4 p.m. implicaba un riesgo.

Lo peor es que aún estaba en alerta el grupo guerrillero y en suspenso la liberación. Nos dedicamos entonces a reconstruir un ambiente que rebajara las tensiones. Mosquera, un antiguo dirigente sindical comunista que se refugió en las Farc porque estaban asesinando a sus colegas, quiso que le oyéramos sus composiciones: nos cantó una ranchera, una guasca y un pasaje llanero. (Más tarde oímos también al soldado Domínguez, que interpretó una canción compuesta bajo las cadenas de su atroz cautiverio de dos años. Era distinta a la que cantó por televisión esa misma noche).

Por petición de Martínez, Piedad saludó de mano a muchos guerrilleros. Ya eran las tres y media. Nos estábamos pasando del límite, porque la guerrilla exige dos horas de espera después de su salida; necesita tiempo para dispersarse y esconderse. Piedad explicó la situación a los dos jefes y les propuso que aceleraran la entrega de los rehenes y nos rebajaran el plazo de espera a solo una hora. De lo contrario, un vuelo nocturno por los farallones orientales nos exponía a todos. Martínez y Mosquera aceptaron.

Poco después aparecieron con los cuatro muchachos, que abrazaron emocionados a Piedad y luego a cada uno de nosotros. Parecía increíble, pero habíamos logrado liberarlos. En ese momento llegaron noticias de que había "movimientos raros" en veredas cercanas (finalmente no fue así, pero era imposible saberlo entonces). Con rapidez, los hombres de las Farc formaron, cantaron su himno y se despidieron. Cinco minutos después no quedaba un solo guerrillero. Cincuenta y cinco más tarde salimos con los antiguos cautivos hacia Villavicencio. Hollman Morris pidió a la Cruz Roja que lo subiera al helicóptero con su camarógrafo, pero el delegado consideró que violaría los protocolos del viaje.

Llegamos a las 6 y 53, con la alegría de entregar los muchachos a sus familias tras una jornada de nervios y tensiones. Pero el día aún no había terminado para nosotros.

Noche de vetos

Nos esperaba una reunión con el Comisionado de Paz en una oficina del aeropuerto. Quería reclamar por la noticia que había emitido Botero, algo de lo que nos enteramos en ese momento. La ocasión era oportuna, porque nosotros también teníamos reclamos que hacer, como garantes, por la insólita interferencia de los sobrevuelos militares. Acudimos a entrevistarnos con Luis Carlos Restrepo y sus tres asistentes. Estábamos presentes, además, los dos delegados de Cruz Roja y los cuatro de CPP. Restrepo pidió que habláramos con franqueza y cedió la palabra a Piedad.

Esta explicó la indignación que nos produjo la situación creada a despecho de todos los acuerdos y dejó claro que, si se había podido entregar minutos antes los cuatro cautivos a oficiales del Ejército y la Policía, era debido a la labor de convencimiento realizada por nosotros, a la garantía que ofrecía la presencia de los brasileños y al trabajo de la Cruz Roja. Luego me pidió que hablara yo.

Le anuncié a Restrepo que iba a ser tan claro como la situación exigía. Protesté por la irresponsabilidad de los sobrevuelos y dudé de que fueran una acción inconsulta del general Padilla.

-Sus palabras son muy duras- me reprochó Restrepo.

-Lo que ustedes hicieron es más duro- le repliqué, más o menos-. Yo no vine aquí de florero, sino a cumplir un deber. Este deber es denunciar y contar lo ocurrido y exigir garantías para las próximas operaciones de liberación.

La Cruz Roja también expuso sus opiniones y luego habló Restrepo. Dijo que, por instrucciones del Presidente, quitaba el respaldo a la presencia de Botero en la comisión y mencionó lo del avance noticioso y el efecto de zozobra que había producido. Piedad, Olga Amparo y yo pedimos unos minutos para reunirnos con Jorge Enrique. Oímos su explicación y consideramos que las circunstancias de zozobra atenuaban su responsabilidad, pero le reprochamos haber violado la promesa de solo emitir información tres semanas después y le pedimos que ofreciera disculpas públicas y se abstuviera de nuevas trasgresiones de los protocolos acordados. Botero aceptó su error ante todos los de la misión y se comprometió a consultar cualquier duda con Grobet. Así las cosas, lo respaldamos y pedí la palabra para que el Comisionado intercediera a fin de que el Presidente le levantase el veto.

Botero nunca escondió su condición de periodista; siempre anduvo con la cámara en la mano; pidió permiso para grabar un documental y todos se lo dieron: el Gobierno, la Cruz Roja y las Farc. Cometió un error, ciertamente, pero fue producto de la situación de tensión que crearon los sobrevuelos.

-Estas misiones deben tener un registro histórico -añadí-, y al bajar Botero, se perderá el registro. Sería aconsejable que el Presidente reconsiderara su veto a quien ya reconoció su error.

Mientras el Comisionado se alejaba a consultar con el Presidente en otra oficina, supimos por Botero que algunos de sus colegas lo estaban criticando tanto como el Gobierno, y nos preguntábamos qué suerte estaría corriendo Morris. De todos modos, había que prepararse, porque al día siguiente saldríamos a recibir a Alan Jara, un político llanero secuestrado por las Farc en el 2001 que goza de enorme simpatía.

Pero la ilusión de recuperar a Jara se vino a pique en pocas horas. El Comisionado señaló que el Presidente no solo no levantaba a Botero el veto (no usó esta palabra: era muy fuerte) sino que lo extendía a mí. Yo también había perdido la confianza del Gobierno. No podíamos creer que a una argumentación mía, Uribe respondiera con un nuevo veto. ¿La explicación?

-El Presidente dice que esto se está volviendo un espectáculo periodístico-.

La consigna fue: continuar

La disculpa era indignante. Le dije con vehemencia a Restrepo que si tenía alguna queja contra mí como garante, que la expusiera de inmediato, porque yo consideraba haber cumplido mi misión con absoluto rigor. Lamentaba mucho si mi deber de denunciar violaciones a lo acordado, como los sobrevuelos, le molestaban o no. Al no haber reproche alguno por mi trabajo como garante, y ya que Uribe hablaba de "espectáculo periodístico", parecía claro que me vetaba por ser periodista. Agregué, más o menos: "Como periodista, me tiene sin cuidado el veto de este o cualquier gobierno". (Para un periodista que se respete, el veto oficial de un gobierno es un diploma de independencia). "Pero nuestra meta es sacar a los rehenes, así que me haré a un lado desde este momento y colaboraré con mi silencio hasta que logremos nuestro propósito."

Le pedí que enviara al Presidente el mensaje personal de que había cometido una "profunda injusticia". Quise decir atropello o infamia, pero me moderé.

Restrepo ratificó que solo estaba en pie la credencial de Piedad y en un limbo la de Olga Amparo, a quien no había cómo descalificar. Eran más de las nueve cuando se levantó la reunión.

Unas horas más tarde, al ver desde el hotel el "espectáculo periodístico" del Presidente con los muchachos que acababan de salir de su cautiverio, nos enteramos de que Piedad también había sido vetada por el Gobierno.

El lunes supe que el Presidente había comentado que nunca habló con Restrepo de vetos personales ni recibió entre las 7 y las 10 p.m. ninguna llamada del Comisionado. ¿A quién creerle?

A pesar de todo, acordamos insistir -decisión que apoyaron los miembros de CPP llegados a Villavicencio-, terminar la misión aunque tuviera que ir sola Piedad, abstenernos de todo comentario hasta recuperar al último secuestrado, y mantener abierto el camino de un acuerdo humanitario.

Así ocurrió dichosamente el jueves y, de nuevo con la camiseta de periodista, puedo ahora contar lo que pasó durante aquellas difíciles horas.

viernes, 6 de febrero de 2009


Sigifredo López pidió a Uribe no usar
liberaciones para su beneficio político

Tomado de www.telesurtv.net

El ex diputado del Valle del Cauca, quien fue liberado por las FARC este jueves, en una operación humanitaria encabezada por la senadora Piedad Córdoba y la Cruz Roja internacional, anunció luego de su liberación que el presidente Álvaro Uribe no debe utilizar las liberaciones de los retenidos, como un instrumento de paz para su beneficiencia política. Asimismo ratificó a la senadora Piedad Córdoba como la primera persona en el país suramericano, quien trabaja arduamente por la paz en Colombia. Por otro lado, cree que la posible solución de que acabe este conflicto armado, es brindarle un espacio político a las FARC en la sociedad colombiana, para que comiencen a buscar el camino democrático.

El ex diputado Sigifredo López, recientemente liberado por las FARC, advitió en rueda de prensa efectuada en Cali, que el presidente Álvaro Uribe no debe utilizar los gestos unilaterales de la Organización insurgente colombiana para su beneficio político.

López enfatizó que la senadora Piedad Córdoba en principio acompañada por el presidente Hugo Chávez, ha sido una persona importante en la búsqueda por la paz en Colombia. En refencia a la exclusión del Presidente Chávez en los primeros actos humanitarios unilaterales de las FARC expusó, " me pareció fatal que el Presidente Uribe haya excluido a su homólogo venezolano en este proceso de liberaciones", precisó.

También afirmó que desde el día 21 de diciembre del pasado año presintió que iba a ser liberado pronto, ante los diferentes contactos que mantenía el grupo insurgente con la senadora Piedad Córdoba y varios integrantes de la organización civil "Colombianos Por la Paz".

Ante la pregunta que le hizo un periodista sobre el posible impacto de las marchas y movilizaciones para que el grupo insurgente continuará con las liberaciones, el ex diputado dijo: "las FARC no apoyan ese tipo de manifestaciones, porque consideran que son manipuladas por el gobierno colombiano, pero si tienen bien claro que una revolución puede consolidarse en la vida política del país a través del apoyo popular". Por ende considera que a las FARC se le debe ofrecer un espacio político en la sociedad colombiana para que no sigan manteniendo la línea de violencia como instrumento político.

En una de sus intervenciones, López expusó que el tema de los rescates militares hoy en día, debe ser manejado con mucho cuidado, porque muchas veces, según él, los rescates provocan la no entrega del retenido y terminan siendo ejecutados como ocurrió con sus 7 compañeros que también eran diputados del municipio Valle del Cauca el pasado 18 de junio del 2007. "Le pido al Presidente Uribe que no siga realizando el cerco militar sobre ese grupo insurgente, y que no anuncie tampoco operaciones militares de rescate porque lo que hacen es producir la paranoia en las FARC", puntualizó.

jueves, 5 de febrero de 2009

Fotografia Agencia EFE
En marcha Operación Humanitaria
para la liberación
del exdiputado Sigifredo López
En el día de hoy partió, desde el Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de la ciudad de Cali, la Comisión Humanitaria que busca traer a la libertad al ex diputado del Valle Sigifredo López, único sobreviviente del grupo de 12 diputados que fueron retenidos por la guerrilla de las FARC el 11 de abril de 2002 en la Asamblea Departamental del Valle.

La Comisión está integrada por la Senadora colombiana Piedad Córdoba y algunos delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja que actúan como garantes de este proceso. Además, contará con la presencia de un médico de este mismo organismo, que evaluará las condiciones de salud del ex diputado en el momento de su entrega.

Se espera que en horas de la tarde Sigifredo López pueda reunirse con sus familiares y amigos en la capital del departamento del Valle, en donde se tienen programados varios homenajes para celebrar su regreso.

miércoles, 4 de febrero de 2009


Ante la grave situación de derechos humanos que enfrenta el periodista Hollman Morris, tras las sindicaciones que el gobierno colombiano, en cabeza del Ministro de Defensa Juan Manuel Santos, ha proferido en su contra, la Agencia de Comunicaciones del Sur -ACSUR- publica esta entrevista realizada por la W a dicho comunicador.


Entrevista a Hollman Morris para la W

Artículo tomado de www.contravia.tv

¿Qué es lo que le molesta profundamente al Ministro y qué es lo que le preocupa profundamente a ciertos sectores de este país?: Que en este país haya periodistas, como haya senadores, como haya líderes de opinión, que estemos hablando de paz”, aseguró Hollman Morris en entrevista en la W

Febrero 3 de 2009

Julio Sanchez: “Quiero saludar al periodista Hollman Morris que está en el ojo del huracán, como el periodista Jorge Enrique Botero , por los hechos del día anterior. Hollman, buenos días.”

Hollman Morris: “Muy buenos días Julio, Félix y Alberto, muy buenos días.”

Hollman Morris: “Julio, algo más grave aún dijo el Ministro. El Ministro me acusó públicamente de ser colaborador de las FARC. Y yo quiero decir Julio y colegas, pues que a partir de esta mañana ya han llegado varios correos amenazantes, con amenazas debido a ese tipo de declaraciones irresponsables. Pero vamos al fondo Julio, vamos a contestar la pregunta: en ningún momento las FARC a mi me dieron las coordenadas del sitio. Totalmente falso. Ni yo me presto para shows, llámese de la guerrilla, llámese del gobierno. No, mi trabajo ha sido totalmente independiente.

Desde hacía varios meses estábamos buscando un contacto con la guerrilla de las FARC y ese contacto se dio hace más una semana antes de la liberación de los soldados. Desde hace más de una semana, más de diez días, yo estaba interno en las selvas del sur del país buscando una entrevista que se me había prometido. Las cosas fueron evolucionando hasta que dieron y aparecimos en el momento y en el sitio en que se iba a dar esa liberación. Ahora descubro, o que nos estamos dando cuenta o lo que se nos está planteando de fondo al periodismo en este país, es que nosotros tenemos que pedirle permiso al gobierno para ir a las zonas de conflicto o para entrevistar a guerrilleros.”

Julio Sanchez: “Hollman, antes de que usted siga, si le entiendo bien, ¿lo que se produjo ayer fue una coincidencia entonces?

Hollman Morris: “Fue una coincidencia. Es decir, yo estaba buscando la entrevista con un alto miembro de las FARC. Y a mí me dicen: ‘Se va a dar, hay que llegar a tales y tales sitios, hay que andar, caminar,’ caminar y caminar, aguantar agua, calor, hasta que llegamos y nos dicen: ‘no mire, se va a dar esto, tómelo o déjelo. ¿A usted le interesa?’ Noticiosamente me interesa. Y para el documental cuyo fin era la entrevista que estamos buscando, nos interesa bastante el tema, porque el tema de fondo era el secuestro y es el secuestro.

Félix de Bedout: Hollman, pero la entrevista finalmente no se dio.

Hollman Morris: La entrevista al final no se da, se nos promete una cosa, se nos promete la otra y vemos que nos están moviendo, nos están moviendo, hasta que llegamos a un sitio y vamos escuchando por las noticias, por lo poco que entra de noticias a la zona, que la liberación se había postergado, que una cosa y la otra. Porque recuerden que la liberación de estos soldados sufre una primera postergación: estaba programada para hace algunos días y después se alarga.

Julio Sanchez: Hollman, ¿en qué sustenta el ministro Santos relacionarlo a usted como periodista cercano a las FARC, por decirlo de laguna manera?

Hollman Morris: Mira, no lo sé Julio, no lo sé en qué lo sustenta. Pero vale la pena recordar varios hechos: Julio, el señor ministro Santos en la campaña presidencial del presidente Álvaro Uribe, con las mismas mentiras, sin fundamentos, acusó al doctor Rafael Pardo de tener vínculos y de tener contactos con las FARC, cosa que resultó totalmente falsa. Y así ha venido haciendo con la doctora Piedad Córdoba. Fueron desde el Ministerio de la Defensa, el Ministro, el que filtró una serie de correos donde supuestamente la senadora Piedad Córdoba tenía contactos y vínculos con las FARC.

¿Qué es lo que le molesta profundamente al Ministro y qué es lo que le preocupa profundamente a ciertos sectores de este país?: Que en este país haya periodistas, como haya senadores, como haya líderes de opinión, que estemos hablando de paz. Y para hablar de paz, pues tenemos que pasar primero por reconocer la existencia de un conflicto armado en este país. Y periodistas que entremos a las zonas de conflicto, que denunciemos o mostremos la realidad guerrillera, como la realidad paramilitar, como la realidad del narcotráfico, seguiremos siendo incómodos para un gobierno que se ha empeñado sistemáticamente en la negación del conflicto armado, y que solamente le interesa, a mi manera de ver, mostrar y visibilizar los actos de guerra.

A mi manera de ver, lo que se produjo este fin de semana era un acto humanitario, que a mi manera de ver, necesitaba el máximo de visibilización. La paz y los actos humanitarios para construirse, necesitan la visibilización de los medios. Y no por eso, no porque los periodistas tengamos o nos ponga una cita la guerrilla, o nos ponga una cita el paramilitarismo, o nos ponga una cita el narcotráfico, o nos ponga una cita el parapolítico, necesariamente tenemos que estar involucrados y afines al parapolítico, al narcotraficante o al guerrillero.

Félix de Bedout: Hollman, ayer en la conversación que dieron los liberados, uno de ellos manifestó que los guerrilleros tenían la intención de que fueran entrevistados por un medio de comunicación en la zona, donde ellos iban a dar unas respuestas ‘libretiadas,’ donde ellos tenían que leerle un libreto. ¿No le preocupa que ustedes fueran a ser utilizados de esa manera por las FARC?

Hollman Morris: Correcto, Félix, y tienes toda razón. Me preocupa y por eso el periodista siempre tiene la oportunidad de decidir qué saca y qué no saca al aire. Esa es la herramienta y el arma del periodista. Y es ahí donde el periodista, a mi manera de ver, se blinda. Uno decide qué dice, qué publica, qué visibiliza y qué muestra en imágenes. A mí me sorprende: hasta el día de hoy yo no he sacado una sola imagen de mi material al aire y ya estoy en el centro del huracán. Hice dos informes para Radio Francia Internacional, que a pesar de tener y haber hablado con los muchachos liberados, en ningún momento utilicé ese sonido para mis informes. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que a mí no me parece. Los muchachos estaban bajo la presión guerrillera y a mí no me interesaba ese material. Entrevistarlos delante o de frente a la guerrilla en ese momento, para mí no tiene ningún valor periodístico. Y por eso no salió ese material y hasta el día de hoy no ha salido al aire.

El muchacho dice que lo ‘libretiaron,’ seguramente. Yo he visto pruebas de superviviencia que nos han llegado totalmente ‘libretiadas.’ Y lo pude confirmar allá cuando le pregunto al soldado, al único soldado: ‘Soldado, ¿usted había visto al niño Emanuel? Yo ví una prueba de supervivencia…’ ‘No, a mi me dijeron que lo dijera, que le estaban haciendo juguetes…’ En efecto.

Cuando nosotros llegamos al sitio, pasó como una hora de pronto, cuando nos dicen: ‘miren, ahí vienen los soldados.’ Y yo digo: ‘bueno, dónde están.’ Y aparecen con el primer policía, el primer policía que aparece le hago varias preguntas, pero ya al segundo digo no, no me interesa, me interesa que me diga su nombre y cuánto tiempo está aquí, nada más. Y así consta en las imágenes. ¿Por qué? Porque sencillamente todavía estaban en poder de la guerrilla y lo que expresaran ahí para mí no tiene ningún valor periodístico porque estaban bajo esa presión.

Félix de Bedout: Hollman, dentro de las muchas armas atroces que utilizan las FARC, hay una que utilizan también de manera exitosa que es la mentira. Y ellos mienten constantemente, las mentiras de las FARC son constantes e incalculables. ¿No le preocupa que a usted en ese trabajo trataran de utilizarlo para difundir esas mentiras?

Hollman Morris: Mira Félix, si algo he aprendido en estos 15 años de periodismo, de 15 años de estar recorriendo el país, yo creo que soy uno de los pocos periodistas que todas las semanas está subido en una mula, en una lancha, recorriendo todos los rincones del país, pero sobre todo y desde Contravía, dándole la voz a las víctimas de este conflicto. Y yo lo digo con todo respeto y con mucho cariño. Si algo me ha enseñado el recorrer este país, es que el corazón a los guerreros hace rato se les dañó. A todos, a todos. Nto al Ejército, como a los paramilitares, como a la guerrilla. Y si todos tienen que decir mentiras, todos dicen mentiras. Usted léase el epígrafe que hay al inicio del libro ‘Operación Jaque.’ Dice: ‘El engaño es el arte de la guerra.’ Y todos, todos, en cualquier momento, nos engañan a los periodistas. Y todos quieren engañarnos. En uno está el no dejarse engañar, Félix. Y para uno no dejarse engañar hay que estar en los sitios donde están ocurriendo las cosas, hay que estar viendo los sitios donde están ocurriendo las cosas.

Por eso, esa es otra de las razones que me motivó estar allá y ver la realidad que observé durante diez días caminando las selvas del Caquetá y viendo la realidad del campesino, viendo la realidad del Plan Patriota, viendo la realidad guerrillera. Seguramente la guerrilla siempre va a tener el ánimo de engañarnos, de manipularnos, como todos los actores armados en este conflicto. Pero el periodista está, y vuelvo y digo, hay una posibilidad en lo que publicas y en lo que emites. Nosotros afortunadamente, y es la experiencia que yo tengo, Contravía no es inmediatista, Contravía no le juega a la inmediatez. Contravía le juega al reposo y al análisis y en ese reposo y análisis se dan las circunstancias precisamente para que se pasen todos los filtros al engaño y la manipulación.

Félix de Bedout: Hollman, en este caso, porque conocemos muy bien el trabajo suyo durante todo este tiempo, pero en este caso específico, ¿no hubiera sido mejor no estar ahí?

Hollman Morris: No lo creo, no lo creo Félix. Para muchos, y viendo el comportamiento que ha tenido este Gobierno con los periodistas, conmigo, y vale la pena, quiero hacer el siguiente paréntesis Félix: María Isabel Rueda acaba de decir que yo ya tenía un antecedente, que a mí ya me habían denunciado porque había estado en un combate días antes… falso, falso. Yo le quiero decir a María Isabel que su fuente está equivocada y que la están manipulando. Fíjese cómo son las cosas: no hay necesidad de estar con la guerrilla para que a uno lo manipulen. Y le tengo que recordar a María Isabel que el gobierno tuvo que rectificar esa información y hay un comunicado público en la página de internet de la Casa de Nariño donde nos piden a mí y al equipo de la BBC de Londres, por esas declaraciones dadas el 27 de mayo del 2005, nos piden disculpas.

Entonces, cierro el paréntesis y continúo, yo no creo que estar en los actos humanitarios, en los actos donde se puede posibilitar el acercamiento entre las partes y menos en los actos donde hay una liberación, uno no deba estar. Yo creo que esos son los que necesitan la mayor visibilidad, el mayor reflejo de las cámaras. Porque estamos hablando de visibilizar la paz. Lo que algunas veces sucede es que nos encanta visibilizar la guerra, y yo creo que así no podemos construir el país que se merecen nuestros hijos, el país que se merecen las próximas generaciones es un país que necesita hablar de paz. Pero para hablar de paz, nosotros los periodistas, y lo digo Julio y se lo digo a todos mis colegas con respeto, tenemos que empezar a mostrar la barbarie de la guerra. Y para mostrar la barbarie de la guerra tenemos que llegar a los rincones de este país donde hay mies de víctimas, del paramilitarismo, de la guerrilla, lamentablemente de sectores de las Fuerzas Armadas.

Si este país no cae en cuenta que hay un conflicto armado en este país, qué es bárbaro, nunca vamos a poder hablar de paz. Hay gente en Bogotá y Medellín, ustedes saben, que dicen que en este país no hay guerra. Si no hay guerra es porque no la estamos mostrando. Y los pocos que la mostramos terminamos siendo aliados de la guerrilla. La senadora Piedad Córdoba con razón dice: ‘Ojalá vayan cámaras a la liberación de esta gente.’ Siempre criticamos a las FARC, y hay que criticarlos por sus actos dementes y de barbarie. Pero cuando se comete un acto humanitario, entonces ahí no estamos, ahí no están las cámaras. Porque lo que queremos de fondo es que esta gente salga de las armas y se meta a hacer la política. Y hay que mostrar que esos actos son los actos que necesita el país.

Julio Sanchez: Hollman, muchas gracias por atendernos.

Hollman Morris: Julio espero que bueno, yo en este momento estoy en la ciudad de Florencia, el ministro acaba de decir que soy auxiliador de las FARC y ustedes ya saben lo que implica una declaración de esas. Hollman Morris seguirá siendo un testigo indeseable en este país. Para los que quieren ocultar la verdad del conflicto y de las víctimas. Muchas gracias Julio y Félix.

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Fotografía Agencia EFE

En libertad el ex gobernador del Meta Alan Jara

Tras siete años y siete meses de retención por parte de la guerrilla de las FARC, el ex gobernador del Meta Alan Jará se encuentra en libertad.

Jara fue entregado en algún paraje de la selva del Guaviare, el día de ayer 3 de febrero de 2009, a una Comisión Humanitaria integrada por la Senadora Piedad Córdoba y delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja. Posteriormente, fue trasladado a la ciudad de Villavicencio en un helicóptero del gobierno brasileño.

A su llegada al aeropuerto, Jará fue recibido por su esposa Claudia Rujeles y su hijo Alan Felipe. También acompañaron su regreso miembros del Equipo de Colombianos por la Paz, representantes de autoridades locales y nacionales, delegados del CICR, amigos y familiares.

Tras su arribo, Jara ofreció una rueda de prensa en el Club Meta, en la cual contó a los medios de comunicación detalles sobre cómo vivió el tiempo de su retención. Además criticó el actuar del gobierno Uribe Vélez frente al tema de los retenidos y expresó la inminente necesidad de continuar trabajando por un acuerdo humanitario y una salida política al conflicto colombiano.

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